Seguidores

Bienvenid@

Lo primero, gracias por visitar este blog, en él escrinbo mi libro, espero que si lo lees disfrutes mientras lo lees y que te hagas seguidor y espero que te guste. Gracias.

Si clicas en la foto te encontrarás en mi página de facebook.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 1

Por fin os dejo el esperadísimo capítulo 1, aquí va:





Un día cualquiera.




Noto un desagradable escozor en mis oscuros ojos, molesto y un poco doloroso. Lentamente me froto con la mano los ojos despacio, con mucho cuidado por si me hago daño, por si así se me pasa y por lo menos se me alivia un poco.
Lo único que sé ahora mismo es que este día es domingo, un odioso domingo, el día que está antes del doloroso lunes, miro detenidamente mi reloj pequeño y de plata que tengo en mi muñeca derecha, esperando a que mi vista deje de estar nublada y pueda distinguir con claridad las pequeñas agujas y así poder saber la hora que es. Parpadeo varias veces y por fin veo todo bien, me lloran un poco los ojos pero es normal, me fijo de que las pequeñas agujas negras del reloj están las dos juntas, la pequeña y la grande apuntando hacia un mismo número, al de arriba del todo, al doce.
Me sorprende la hora que es, normalmente mis padres no me dejan dormir hasta estas horas, lo normal es que me despierten como mucho a las once.
Me estiro en la cama, soy alta, por lo tanto, queda muy poca distancia para que mis pies sobresalgan de la cama pero no llego aún estirándome todo lo que puedo porque mi cama es bastante larga, está ideada para mí, parece ser.
Mis articulaciones crujen al estirarme de tal manera, todos mis miembros extendidos, bostezo exageradamente, mis labios se despegan despacio que están pegados por estar toda la noche juntos y secos, mi boca se abre exageradamente, hasta tal punto que ya me duele la mandíbula de tanto que la abro, se estiran los dos lados de mi boca y me lloran mucho los ojos pero no llegan a caer las lágrimas que se me han formado por mis mejillas morenas.
Aún me siento cansada, después de desperezarme, la simple explicación del porqué me he despertado tan tarde es muy sencilla, ayer fue sábado, por lo tanto, por la noche me gusta ver una serie de misterio con mi padre después de que mi madre y mi hermano pequeño se vayan a dormir a su cama y anoche nos quedamos viéndola hasta más tarde que normalmente, tal vez por eso me dejaran mis padres dormir hasta tan tarde pero seguro que no me volverán a dejar, con lo que me gusta dormir.
Por fin, aparto el edredón blanco delicadamente que está ahora enredado en mis piernas, me muevo mucho cuando duermo, salgo de la cama y me pongo mis zapatillas de casa para invierno rosas con corazones blancos, bajo al piso inferior y voy directamente a la cocina, necesito siempre desayunar primero porque si no, no tengo fuerzas para hacer nada.
Cuando ya llego a la cocina que no es muy grande, con la encimera negra y los armarios que tiene de color blanco, abro uno de los muchos armarios y cojo mi tazón favorito, uno verde con una cara sonriente, de la nevera saco la leche y la hecho en el tazón, le meto en el microondas para calentarlo durante unos pocos minutos y cuando termina me hecho e la leche un puñado de los cereales que más me gustan, acompañado de un pequeño zumo de naranja.
Termino de desayunar, voy al salón y veo a mi hermano tan tranquilo jugando a la maquinita, como muchas veces y veo por la ventana a mi padre que está haciendo algo en el jardín.
-Oye, Sam, ¿sabes dónde está mamá?- le pregunto a mi hermano confusa, él está tumbado tan tranquilo en el sofá amarillo del salón que está al lado de la cocina, es más grande que ésta.
Tarda un poco en contestarme, le interesa más acabar el nivel y después contestarme pero por fin aprieta en el botón de pausa y me mira con sus ojos azules grisáceos angelicales pero, en realidad, él no tiene nada de angelical, es demasiado travieso.
-Se ha ido hace un rato a comprar- se limita a contestar, dicho esto, vuelve a apretar el mismo botón y sigue jugando al videojuego.
Mi hermano ahora mismo tiene su pelo liso, castaño y un tanto largo revuelto, tiene nueve años, es más bien delgado, muchas veces nos enfadamos pero como hermanos que somos en realidad nos queremos y lo que le pierde es la timidez con la gente que no conoce y lo travieso que es.
Mi padre tiene el pelo negro, rizado, es alto, con la piel ligeramente morena y sus ojos son muy peculiares, tienen muchos colores juntos.
Mi madre es más bajita que yo, por lo tanto, delata que de altura he salido a mi padre, su pelo rizado es oscuro con finas mechas rubias, tiene los ojos marrones, como yo y con la piel ligeramente morena, como mi padre.
Después de preguntarle a Sam sobre dónde se encuentra mi madre decido ir al jardín para decirle por fin, después ya de desayunar, “buenos días” a mi padre, que por lo que veo no me ha visto aún.
Riiing.
Antes de que pueda ir a decir nada suena el timbre de mi casa, “¿quién podrá ser? Esa pregunta aparece en mi cabeza automáticamente, al sonar el timbre. Me acerco rápidamente al telefonillo porque solo necesito cruzar el pequeño pasillo que hay de entrada y el salón está muy cerca. Dudo un segundo en si preguntar a través del teléfono blanco y estar segura de quién se encuentra fuera o apretar directamente al pequeño botón azul que hay debajo, se abre la puerta automáticamente, estoy segura que es mi madre pero por si acaso, descuelgo lentamente el teléfono y me dispongo a hablar.
-¿Quién es?- pregunto decidida, oigo al otro lado ruidos extraños, los susurros del viento en movimiento, hoy hace un poco de brisa heladora pero, a los pocos segundos oigo algo más, menos delicado, dulce pero no tanto como la brisa chocando contra las rallas del telefonillo de fuera que recogen los sonidos, una voz.
-Soy Dafne, Naya- contesta esa voz que me resulta tan increíblemente familiar, esa dulce voz de mi tan querida mejor amiga.
Dafne, mi mejor amiga, tiene su pelo de color dorado largo, que le llega hasta la cintura, recogido en una coleta, con una goma de diferentes colores, y con su flequillo hacia un lado recogido hacia atrás pillado con varias pinzas de color negro. Sus ojos son de un color azul ligeramente grisáceo pero son diferentes a los de Sam y su piel es clara.
Afortunadamente vivimos muy cerca la una de la otra, se podría decir que somos vecinas, yo vivo en una calle y ella en otra calle al otro lado de la mía.
Después de apretar el pequeño botón azul para que pueda pasar Dafne, abro la puerta principal de la casa, es blanca y gruesa, después salgo al patio de delante que está losado con unas jardineras esparcidas por él con flores de todos los colores y Dafne abre otra puerta gris, que da a la calle.
Mi casa por fuera es de color blanca con ladrillo gris por debajo, mi casa y la de Dafne como es de los mismos edificios pues son iguales, el tejado es de pizarra y obviamente de color negro.
Al salir al patio veo a Dafne entrar en él por la puerta gris y la intenta cerrar delicadamente para que no de un portazo, pero su intento falla y por el aire que hace se cierra de un portazo que molesta entre el silencio que hay en esos momentos, nos encogemos las dos a la vez al oír tal ruido pero al segundo vuelve a albergar el silencio.
Nuestras miradas se encuentran, un rayo marrón oscuro mezclado con claro majestuoso choca contra un rayo azul angelical, pero mi mirada únicamente no choca con la de Dafne, también con la de su acompañante, un animal, su perro Flufi, su perro color dorado como el pelo de su dueña, es una mezcla de Huscky y Golden, es cariñoso, sus ojos son del mismo color que su pelaje pero increíblemente por la noche le cambian de color a verde, me encanta este perro, es muy juguetón y a veces puede cansar hasta a su dueña y eso es bastante raro.
Dafne va vestida con un pantalón de chándal de color azul oscuro, con una chaqueta fina blanca y con unas deportivas negras y con el símbolo de la marca de color azul, siempre va bien vestida, también lleva unos pendientes de bola azules y un collar plateado y negro.
Dafne se fija de que aún siendo estas horas estoy con el pijama puesto- unos pantalones blancos estilo leopardo, con las manchas de todos los colores y una camiseta de mangas largas morada- y en su rostro aparece una mueca que no la suelo ver a ella, una mueca de desagrado.
-Naya, Naya, Naya- dice Dafne moviendo la cabeza de lado a lado, como si estuviera decepcionada.
Flufi, aprovechando de que Dafne y yo estamos distraídas pone sus dos patas delanteras sobre mi regazo, se sostiene sobre sus dos patas traseras y me empieza a lamer. Al ponerse el perro de esta forma es casi igual de alto que mi amiga, Flufi es un perro un poco grande. Dafne me hecha una reprimenda por haberme levantado y acostado tarde, por ser tan vaga y porque aún estoy en pijama, yo acaricio y juego con el “pequeño” Flufi.
Por fin acaba.
-¿Ya has acabada mamá?- le pregunto a Dafne con una media sonrisa, bromeando.
-Sí- respira hondo- tonta- se ríe ella más que yo, con su risa única y característica de Dafne.
-Pesada- le digo yo esta vez a ella, mirando hacia otro lado, disimulando.
Dafne me conoce y sabe perfectamente que ahora estoy
bromeando y levanta su brazo, su mano la cambia de posición, la cierra en un puño y me da no muy fuerte en el hombro pero aún así como soy “floja” me molesta en el lugar donde he recibido el golpe. Aún teniendo el molesto dolor suelto una sonora carcajada.
-Bueno dime, ¿a qué vienes?- le pregunto a Dafne todavía con la sonrisa en la cara, apartando a Flufi de mí para que deje ya de lamerme e intentar morderme, puedo suponer para qué ha venido ella.
-¡Oh!- exclama Dafne sorprendida, como si no se acordara para qué ha venido ahora a mi casa- pues resulta que he venido aquí para preguntarte si quieres venirte conmigo a sacar a Flufi y así damos una vuelta un rato- me explica tirando fuertemente de la correa roja de Flufi para que deje de olisquear las plantas de las pequeñas jardineras.
-De pende- al decir esto Dafne pone otra mueca diferente, de confusión- si mi padre me deja, se lo voy a preguntar ¿vale?- le explico.
-Vale- acepta Dafne mientras acorta la correa de su perro y así que se esté un poco quieto.
-Voy a preguntárselo- acabo. Acto seguido, atravieso toda la planta de debajo de la casa, primero el pasillo de pared color rosa fuerte, luego la cocina y llego al jardín.
Veo a mi padre que está echando de comer a los peces del pequeño estanque que tenemos y voy directa a él, a preguntarle si me deja ir con Dafne a sacar a Flufi.
-Papá- al decir esta palabra mi padre pega un salto del susto que le he pegado, casi se podría decir que se le han salido sus ojos de las órbitas.
-Uf ¡dios mío! Que susto me has pegado hija- me dice mi padre con una mano en su pecho.
-Lo siento, una cosa, ya he desayunado y ha venido Dafne con su perro que quiere que vaya con ella a sacarle ¿me dejas?- le pregunto con cara de niña buena y con una sonrisa.
-Pensaba que estabas invernando o algo así- dice el gracioso de mi padre.
-Ja, ja, ja, pero que gracioso- digo poniendo los ojos en blanco, apoyando todo el peso en una pierna y con los brazos en jarras, con una ceja mía más alta que la otra.
-De acuerdo, dejo que salgas- dice por fin mi padre, ya fuera de bromas- pero…-
-Pero… ¿qué?- le interrumpo yo un tanto impaciente, lleva Dafne, creo yo, demasiado tiempo esperándome fuera.
-Pero con la sencilla condición de que llegues antes de la una y media ¿vale?- me dice con un dedo suyo señalándome.
-¡Vale!- exclamo feliz- son la doce y media asique…- no acabo mi frase cuando ya estoy subiendo rápido como un conejo las escaleras de mi casa, así llego al piso superior, a mi habitación y cambiarme, prepararme e irme con Dafne a dar una vuelta.


Espero que os haya gustado, otro día más, el segundo capítulo ya promete. Gracias por leer.

2 comentarios:

SAM dijo...

Me ha encantado:)

Aki Bey dijo...

Me alegro mucho de que te haya gustado SAM, espero que sigas leyéndolo porque en el siguiente capitulo pasará algo que no te puedes imaginar :)